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jueves, 19 de junio de 2014

Renos en la isla de San Mateo





Qué asquerosa ciudad es esta, con mugre por doquier y la muerte que silba su canto macabro; un olor aturde a los que viven, un bramido salvaje calla a aquellos que añoran silencio. No estamos en una luz infinita sino en oscuridad. Ocultos y sumisos son los animales, que traen la peste y no la bondad. Ya nos enfermamos sin siquiera darnos cuenta, y volvemos a la podredumbre miserable como si de otra época se tratase.