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martes, 6 de agosto de 2013

La Última Carta Solitaria

   

"Cómo corro en mis sueños para alcanzarte, mientras tus fantasmas me persiguen por todo el pueblo. Miro para atrás y veo las sonrisas que me has dedicado a lo largo de los años, muchas de ellas falsas (Eso supone mi mente insegura y amarga), y veo que no reflejas ninguna compasión por lo que escribo en mis desoladas tardes de verano, cuando me siento en mi recámara a pensar en tu rostro y a dedicarte cartas de amor ridículas. Pero añoro tu rostro, por mucho que me queje, porque no he visto nada más hermoso en este mundo, nada más bello puede existir después de tu sonrisa; ni siquiera los atardeceres que disfruto mientras leo en soledad, ni siquiera los arcoíris que me saludan cuando llueve mientras las gotas de lluvia mojan mis libros cuando estoy en la intemperie, leyendo historias, algunas escritas por personas ajenas a mí, muchas otras creadas por mi persona, inspiradas en tu cabello, en tus ojos, y en los años en que anduvimos por las tierras prohibidas, amándonos como bestias, sin importarnos absolutamente nada.


Sólo quiero mecanografiar mis ilusiones, sentado, una vez más, solo entre mis pensamientos. Donde pueda sentirme libre al fin de decir tu nombre en voz alta, sin que nadie me escuche y me diga desesperado. Sólo quiero sentarme y escribir poemas sobre tu rostro, y llorar en silencio tu partida, y celebrar lo mucho que seguramente eres feliz ahora (Aunque me duela) en los brazos de otra persona. Brindaré por mi tristeza y por tu sonrisa. Me embriagaré en mi propia agonía, aunque me llamen loco.

Sólo quiero mecanografiarte hoy, porque sé que más nunca tendré el valor de hacerlo una vez más. Porque es posible que duela tanto tu indiferencia, que muera de soledad, escribiendo cartas que nadie leerá nunca. Y me despido del sol, ya que me gusta más la luna, porque su luz me recuerda a muchas de las veladas donde te amé en silencio, cuando éramos niños, cuando todo era exageradamente sencillo y bastaba reírnos para enamorarnos.

Me despido de ti, y de tu dulce ignorancia, tu falta de cultura, tu ternura de inocente. Me despido de las tardes donde todo a nuestro alrededor indicaba que nos besáramos, frente a los árboles de pino frondosos, frente a los manzanos llenos de fruta deliciosa. Me despido de tus labios que tengo tiempo sin besar (sólo en mis sueños me apodero de ellos). Me despido de tu cuerpo, y me despido de tu alma. Si tú mereces ser feliz junto a otra alma enamorada, puede que yo merezca morir de soledad, junto a mis poemas tristes. Hasta la muerte, siempre tuyo."

“La última carta solitaria”
Por Raúl Vejar.

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