San Miguel Arcángel. |
El miedo me ataca como a un niño chiquito, a pesar de haber pasado por
todo esto antes. Supongo que es natural sentirse abatido; aunque las técnicas
para ocultarlo que he desarrollado me sorprenden. Y sin sonar mis palabras con
un tono arrogante, cosa que a veces odio que pase porque me sale inconscientemente
–sé que algunos piensan que soy un patán-, mi pecho se alza cuando veo cosas
nuevas, luego me lleno de un suspiro que en ocasiones tengo que retener para no
molestar a algunos individuos, o levantar preguntas innecesarias.
Mi sonrisa se da conocer, como pocas veces se ha visto antes.
Conocimientos. Felicidad. Son palabras fuertes que llenan al ser humano, convirtiéndolo
en un arma que dispara emociones. Éxito es el blanco en la pared. El fracaso no
es ni siquiera un punto de vista bajo las nuevas circunstancias. Mis remos están
listos para combatir aguas profundas y desconocidas: llevo mi espada que mata
dragones y bestias marinas. Viene una ola grande que no puedo parar, porque soy
sólo un muchacho, y ni Dios controla sus propias obras. Pero sobreviviré a las
tormentas, porque morir y fallar ya no entrarán en mi vocabulario.
Arte. La palabra que llena de nuevo mis perspectivas ante este nuevo
mundo. Palabra que, aunque ya me hacía una idea de que se presentaría varias
veces, me sorprende verla tan seguido últimamente. Las señales han estado
puestas desde siempre y las he seguido hasta acá; siguen apareciendo, siguen
guiando mi camino. Camino que estoy dispuesto a continuar con valentía e
inteligencia. No más lágrimas saladas de confusión, y si vienen, pues que
vengan y se vayan rápido. Nadie está listo para el mundo, pero creo que ya se
acabó el tiempo de las improvisaciones.
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