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lunes, 10 de febrero de 2014

¡La Juventud Desea Triunfar!



Numerosos son los problemas con los cuales hoy en día un joven ciudadano venezolano debe estar luchando, resistiendo y sobreviviendo en los ambientes lóbregos de una sociedad que va encaminada día tras otro hacia una decadencia, que poco a poco desencadena hechos propios de un colapso social; que es el que actualmente se vive, y que ya muchos veían venir desde hace meses, e inclusive años.


Y como si no fuera suficiente vivir en tan complicadas condiciones, bajo un régimen que oprime medios de comunicación y a un pueblo ignorante que siempre está dispuesto a aplaudir como focas a su domador, existen otros factores que hacen dudar al joven venezolano sobre su futuro y que complican cada día más sus decisiones personales, tanto sociales como académicas, y lo hacen llevar perpetuamente una carga pesada en sus hombros. Uno de estos críticos factores es la elección clara de una carrera.

Se hace complicado distinguir lo que nos gusta a lo que “verdaderamente me va a dar ingresos mensuales”, a pesar de ser dos cosas diferentes en ocasiones, por la delicada situación económica que vivimos. Pero aún así, ¿Qué sabemos los jóvenes hoy en día de qué es lo que está seguro para nosotros? Las cosas en nuestra tierra se han vuelto inciertas, inclusive para los que apoyan al gobierno (y me refiero a aquellos que no están atados con una soga al cuello como muchos trabajadores rojos). Salir del bachillerato y empezar la elección de  una carrera que de verdad nos guste puede ser muy gratificante pero el país no nos garantiza nada. Si bien es cierto que un título sólo es el principio de tu desarrollo en la vida laboral, y que todo dependerá siempre de que tan constante eres y como te desenvuelves en el mundo, también es cierto que las pocas oportunidades de surgir en este país hacen que uno, el joven venezolano, tenga que ser valiente y reforzarse por lo menos diez veces más que cualquier otro joven en cualquier otro país latinoamericano.

Pongo por ejemplo la posible carencia de satisfacción que pueda surgir en un joven adulto cursando  estudios en comunicación social, más que todo en la mención periodismo. Hoy en día los medios de comunicación de Venezuela  están muy limitados; limitados a decir tan sólo por encima lo cruel que nos trata la vida, ignorando factores importantes como la falta de alimentos, la carencia de seguridad ciudadana y la corrupción que existe en nuestros mismos y sucios gobernantes. Esta misma inquietud también existe alrededor de otros ambientes académicos; el gobierno ha llevado la vil tarea de despreciar muchos sistemas educativos y laborales. Los educadores de este país son los profesionales peores pagados; los ingenieros no siempre cobran lo que de verdad deberían (con excepción de algunos, como quien dice, enchufados); hasta tomar la decisión de estudiar leyes, carrera que es muy respetada en muchos lugares, podría costarnos la vida en este país: nos dirigimos bajo una constitución que no es respetada ni siquiera por nuestros salvajes líderes.

¿Qué le quedará a la formación académica venezolana? En un futuro (aparentemente no muy lejano) elegir una carrera con la motivación de ser un verdadero profesional ya no será algo seguro ni dependerá tanto del desenvolvimiento personal, sino que terminará siendo un acto de suerte, como un “bueno, esto es lo que hay” donde entrará después el “no me pagan lo que sudo trabajando”.

El colapso social está más cerca que nunca, los estudiantes lo sabemos y por ser la población más joven somos los más temerosos a lo que pueda pasarle al país, porque el país que se cae en pedazos hoy mismo es en donde nuestras habilidades académicas serán llevadas a prueba en el futuro y ¿cómo podremos lograr nuestros objetivos cuando ya no quede nada de nuestro pueblo? Si ya no queda donde ser ese profesional que tanto deseamos ser sino que predomina la famosa “clase parasitaria”. ¿Cómo resaltar en una sociedad llena de escombros? Cuando a pesar de los esfuerzos nosotros mismos terminamos siendo parte de la basura, porque el régimen así desea mantenernos.

En el “Pan y Circo” venezolano los poderosos se llenan la boca de comida  y mantienen al pueblo ignorante feliz, momentáneamente, mientras niegan todo lo malo y desastroso. Los que sabemos lo que de verdad ocurre en Venezuela vamos directo al manicomio. Así terminaremos todos los que de verdad queramos una mejor calidad de vida: desesperadamente locos por algo mejor y a la vez ignorados por los ignorantes.

Y es aquí cuando nos preguntamos si es suficiente con tan sólo salir con una cacerola en la mano para hacer un escándalo que, al fin y al cabo, será llevado por el viento. Muy clara fue la muestra de furia que demostraron los alumnos universitarios en Mérida y Táchira el pasado fin de semana. Hay una razón por la que muchos seguimos luchando, trabajando, estudiando. Prevalece la esperanza de que algún día todo sea mejor. ¿O es que quizás todos se esfuerzan  ahora sólo por irse de Venezuela?

Pero es que el futuro tiene que ser mejor que esto…
 tiene que serlo…




3 comentarios:

  1. Excelente escrito, lleno de verdades y realidades que describen la situación que vivimos los jovenes venezolanos. Muy bueno, es de leerlo para reflexionar

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  2. Mamol esto quedó buenisimo! Más descriptivo imposible :) compraré tus libros Jajajajaja xd lo único que leo es tu blog xD

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