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jueves, 19 de junio de 2014

Renos en la isla de San Mateo





Qué asquerosa ciudad es esta, con mugre por doquier y la muerte que silba su canto macabro; un olor aturde a los que viven, un bramido salvaje calla a aquellos que añoran silencio. No estamos en una luz infinita sino en oscuridad. Ocultos y sumisos son los animales, que traen la peste y no la bondad. Ya nos enfermamos sin siquiera darnos cuenta, y volvemos a la podredumbre miserable como si de otra época se tratase.


El hombre que escribe gasta sus manos en poesías tristes, que se llenan de aplausos por otros deprimidos ciudadanos; como si la tristeza fuese cotidiana y motivo de celebración. El hombre busca pero no encuentra inspiración para palabras joviales y la ciudad lo devora completo sin ninguna compasión.

Quejumbrosas vecinas que lloran la muerte de sus jóvenes niños. Desgracias ajenas que parten el alma. Espíritus destinados a seguir vagando por las calles que antes frecuentaban, con dolor y pena. Extraños lloriqueos juveniles.

Ni siquiera la noche es sosegada. Ni siquiera el día alumbra las mañanas. ¿Dónde están las rosas para las damiselas y las frutas en cada merienda? Para olvidarlo falta poco, para domar la vida costará el mundo, porque el hombre no doma nunca a la naturaleza.

El hombre que escribe se cansa de su dolor y penas, que lo visitan en las noches antes de que tome su pluma y escriba sus sueños, para llenarlo de la suciedad de las calles. El hombre se ensucia con su propia mugre y descubre que mancha su mundo, aunque no le importe.

Ojeras pesadas en forma de media luna cubren su cara como marca de su agotamiento; de igual forma, sismos arrasan ciudades enteras mientras otras se funden con el mar, formando nuevas casas para las criaturas marinas. Son aspectos diferentes con un mismo sentimiento. La tristeza del hombre, que se mezcla con su crueldad, es la nueva cara de la tierra.

Mientras las mujeres se cubran con plástico y los hombre propaguen epidemias; mientras las armas que destruyen hacen la vida más fácil para muchos pero acaban con otras vidas; mientras haya hambre; mientras haya burlas, mancharemos la vida no solo con basura; mancharemos al mundo con nuestras mugrientas almas, que ya negras están de tanto barrer la belleza.

El hombre que escribe se da cuenta de muchas cosas. A cada cosa le dedica un verso. El hombre que escribe debe salir de la utopía de barro que lo rodea, para conocer el mundo antes del tiempo. Debe llegar donde la tierra no ha sido violada por los hombres para encontrar paz. Un destino de versos alegres que no hablan de la cotidiana amargura ciudadana.

¡Oh, cómo nos hemos defraudado sin darnos cuenta! ¡Hemos nacido de la tierra y a ella le hemos escupido! ¡Escupimos y la manchamos de nuestra sangre! ¡Violentos nos hemos vuelto!

El humano y su sed. El poder lo enferma como lo hace la rabia. Dueño del mundo se proclamó al instante, no se dio cuenta de que en realidad era su hijo. Somos hijos bastardos pero bien acogidos y alimentados. Trajimos desgracias al mundo y a la tierra seremos devueltos, en cenizas.

El planeta no necesita deshacerse de nosotros, pues, la muerte viene de nuestras propias manos...

El hombre que escribe huye de la mugre. Se va lejos. Escapa del leviatán que lo consume, se escabulle entre el asfalto para perderse del ruido. Corre con los ojos cerrados y no ve la maldad a su alrededor, que come las almas de sus hermanos. Su corazón se aviva con cada impulso de ser libre. Llega al mar y se convierte en gaviota para volar hasta la Isla de San Mateo.

Es un hombre libre en el mar. No escucha las estruendosas bocinas ni llantos de mujeres dolidas. Los renos viven la paz y el frío. El mar refleja un color distinto al de la sangre. La brisa es el olor de la vida misma. Saca su libreta y escribe sobre la alegría de vivir, ya que el mundo le regala aquel paisaje. Pero, lejos de allí, el mundo aún lo rodea de llantos que no lo dejarán dormir esa noche.



Isla de San Mateo. Alaska.





5 comentarios:

  1. !Aww, muy bueno! Amé estas líneas:

    "¡Oh, cómo nos hemos defraudado sin darnos cuenta! ¡Hemos nacido de la tierra y a ella le hemos escupido! ¡Escupimos y la manchamos de nuestra sangre! ¡Violentos nos hemos vuelto!

    El humano y su sed. El poder lo enferma como lo hace la rabia. Dueño del mundo se proclamó al instante, no se dio cuenta de que en realidad era su hijo. Somos hijos bastardos pero bien acogidos y alimentados. Trajimos desgracias al mundo y a la tierra seremos devueltos, en cenizas.

    El planeta no necesita deshacerse de nosotros, pues, la muerte viene de nuestras propias manos...

    El hombre que escribe huye de la mugre. Se va lejos. Escapa del leviatán que lo consume, se escabulle entre el asfalto para perderse del ruido. Corre con los ojos cerrados y no ve la maldad a su alrededor, que come las almas de sus hermanos. Su corazón se aviva con cada impulso de ser libre. Llega al mar y se convierte en gaviota para volar hasta la Isla de San Mateo."

    Y pues, es una manera muy poética de describir la realidad, Raul. Ciertamente, hoy vemos la crueldad, la tristeza, como algo cotidiano (se ha vuelto costumbre) y la ignorancia de los que nos rodea, como si no pasara nada. Al final, las consecuencias de nuestras acciones, dirán.

    Bueno trabajo, compa... como siempre. :)

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    1. Gracias por tomarte un tiempo para leerme, edu. Un abrazo!

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  2. El hombre que escribe se da cuenta de muchas cosas. es la frase que tiene mayor conotacion y es la pura verdad!!!

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  3. ""La tristeza del hombre, que se mezcla con su crueldad, es la nueva cara de la tierra...
    El planeta no necesita deshacerse de nosotros, pues, la muerte viene de nuestras propias manos...
    Escapa del leviatán que lo consume, se escabulle entre el asfalto para perderse del ruido. Corre con los ojos cerrados y no ve la maldad a su alrededor, que come las almas de sus hermanos. Su corazón se aviva con cada impulso de ser libre..""
    EXCELENTE RAULACHO. NUEVAMENTE VEO ATRACTIVO EN TU PLUMA. BUEN TRABAJO.!

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  4. El hombre no es consciente del daño que le hace al planeta tierra, su único hogar, en búsqueda de un bienestar efímero, en lograr saciar las ansias de un desarrollo económico cautivador, si, pero voraz en igual intensidad. La respuesta siempre será el equilibrio, la sustentabilidad, entender los límites que la naturaleza fija, o nos tocará a todos refugiarnos en nuestra isla de San Mateo mental cuando ella nos cobre todo el mal que le hacemos. Llamados de atención como el que haces tu expresándote con estas líneas son necesarios y nunca pierden vigencia. Siempre bueno leerte Raúl, saludos.

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