Nos veremos en el puente de nuestro último abrazo; cuando menos lo esperes se cruzarán nuestras miradas, que serán duras como el silencio, y se desviarán rápido como el revoloteo de las aves. No hay clima más hermoso, ni cosas por las cuales luchar sin ti. Así que miraré al río hasta que deje de recordar momentos; como cuando nos conocimos en aquel cielo estrellado que no se igualó nunca a las luces de tus ojos que reflejaban la luna.
Hay
algo curioso en el cielo gris de la mañana, que me ayuda a pensar en cosas
bellas de nuestros encuentros amorosos; ausentados del trabajo y de nuestros
amigos latosos.
Nos
veremos en el puente de nuestro último beso, cuando los querubines dejen de
cantar tu nombre; en una canción de cuna que se pierde cada noche en mis sueños
eternos.
Quiero peregrinar contigo en las calles donde jugamos hace años en la plenitud de nuestro amor, con tiempos de lluvia y soles de bellas tardes; para recordar y sentir de nuevo, para saber que aún respiras y aún te ríes de mis tonterías.
Quiero peregrinar contigo en las calles donde jugamos hace años en la plenitud de nuestro amor, con tiempos de lluvia y soles de bellas tardes; para recordar y sentir de nuevo, para saber que aún respiras y aún te ríes de mis tonterías.
Te
vi pintar puentes en tus tardes de artista exótica. Te vi anclar barcos en cada
pincelada. Besar mi pecho en cada noche calurosa, cuando el dinero no alcanzaba
ni para el postre. Pero tú eras mi postre nocturno.
Baila
la luz en las aguas del río mientras el sol se oculta a lo lejos; mientras
ocultas tus ojos de los míos, caminando por la calle. Cómo han cambiado las
cosas... ¡Si antes no parabas de verme! ¡Si antes nuestras miradas estaban atadas
con cadenas!
Fue
como una revolución de amor lo que pasó al final de nuestra historia.
Se derramó sangre de nuestros corazones y se esparcieron lágrimas unidas al río; al río de nuestro
puente.
¡Mira
cómo los amores se vuelven extraños que apenas se ven en las calles! No se
sonríen mutuamente, no se buscan con la mirada. Tu mano y la mía ya no existen juntas. Mi frío y tu
frío ya no son la misma sensación y los calores los buscamos en otros.
Nos
veremos en el puente de nuestro último adiós; el puente que Cruza ahora nuestra falsa apatía. Prometo que tendré el valor de
saludarte, y decirte que estoy bien… y que pronto estaré mejor.
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