Nuestras almas están
unidas a nuestra tierra, a nuestro país, fundidas en una sola masa de vida que
nos rodea. Estamos en la sabana y playas; en los médanos y castillos. Somos
cada rincón, cada ser, cada gramo de vida. Es por eso que nuestro país nos
duele. Es por eso que sangramos y morimos con y por el…, o mejor dicho por
ella, pues muchos pensamos que nuestra Venezuela es una hermosa mujer, vestida
de orquídeas y bañada de cultura. Y si “Ella” sufre nosotros sufrimos; si ella
muere morimos con ella; siendo del bando que seamos, rojos o tricolores, somos de
la misma tierra y nuestras almas le pertenecen a Venezuela por siempre. Es
nuestra vida y será nuestro cementerio, para bien o para mal.