Entro en mi habitación vacía. No hay paredes blancas como en los manicomios. Hay espejos con un marco gris, muy poco lujosos, que deslumbran cuando abro la ventana polvorienta. En partículas se divide mi alma, como el polvo que sale de la cortina. En susurros me desahogo, cuando sé que mis gritos no serán escuchados jamás, ni por ti, ni por él, ni por los animales de la ciudad de concreto. Tengo ganas de fumar y no suelo fumar; tengo ganas de volar como un halcón, pero eres tú la que guarda mis alas.
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sábado, 14 de diciembre de 2013
Más Ebrio que El Ron
Entro en mi habitación vacía. No hay paredes blancas como en los manicomios. Hay espejos con un marco gris, muy poco lujosos, que deslumbran cuando abro la ventana polvorienta. En partículas se divide mi alma, como el polvo que sale de la cortina. En susurros me desahogo, cuando sé que mis gritos no serán escuchados jamás, ni por ti, ni por él, ni por los animales de la ciudad de concreto. Tengo ganas de fumar y no suelo fumar; tengo ganas de volar como un halcón, pero eres tú la que guarda mis alas.
miércoles, 11 de diciembre de 2013
El Soldado Médico (Segunda Parte: Cometa)
Gritos, gemidos, explosiones por doquier;
tantos sonidos se apoderaban del campo a la vez, causando confusión y
discordia. Miguel sólo se atrevía a mirar al soldado y su herida para
distraerse de lo que pasaba en el mundo; el costado donde había entrado la bala
gorgoteaba sangre velozmente, sus sentidos trataban de ignorar el caos para
concentrarse en la vida de aquel hombre moribundo. Porque a eso vino a este
mundo, sin importar que le cayese una bomba encima, sin importar que fuese un
hombre del otro bando, Miguel estaba decidido a cumplir su labor como ser
humano; no se rendía ante la pérdida de su humanidad tan fácilmente, como los
que iniciaron aquella guerra que parecía no tener final. Él aún tenía
apreciación por la vida, quizás no por la de él mismo, pero sí por la vida a su
alrededor.
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